sábado, 21 de mayo de 2016

Que se haga justicia, aunque perezca el mundo

La eterna disputa entre el derecho natural y el derecho positivo se refleja en esta frase que fue expresada por Fernando I, Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico.

¿Es la justicia una creación humana y, en tal virtud, sólo el derecho positivo daría cuenta de lo que es verdaderamente justo? Esto parecía creer Fernando I. Para él, el Estado y sus leyes deben ser respetadas en su integridad. Es la única manera de alcanzar la rectitud.

En el libro una idea de la Justicia de Amartya Sen nos presenta dos palabras del sánscrito, que refieren al concepto de justicia: niti y nyaya. El niti sería “la idoneidad de las instituciones y la corrección del comportamiento”, por su parte el nyaya, se orienta más a la evaluación de dichas instituciones, pero “ligada al mundo que realmente surge y no sólo a las instituciones o reglas que tenemos por casualidad”

El pasado 2 de abril, cientos de personas salieron a las calles a manifestarse contra el gobierno. Una de las razones de la manifestación consistía en su oposición al proceso de paz con las guerrillas. Me parece que el concepto de justicia de quienes rechazan el proceso de paz puede enmarcarse dentro del positivismo, bajo los siguientes postulados: La justicia no puede ser imperfecta; el Estado (la patria) debe tener preminencia sobre cualquier individuo; las leyes no son negociables, aunque con ellas perezca el mundo.

Cuando Amartya Sen habla sobre las reglas que tenemos por casualidad encuentro, por ejemplo, muy aproximado a ese concepto de casualidad, la actual ilicitud del narcotráfico. Uno de las cosas que parecieran más aberrantes en una negociación de paz es una eventual subsunción del delito de narcotráfico en el de rebelión. Sería abominable para los positivistas, que se plantee la posibilidad de conexidad de estos dos delitos. Sin embargo, existe y desde hace muchos años, sin objeción alguna, la conexidad del delito de homicidio con la rebelión. Así como se ha reconocido que el homicidio no tiene relevancia jurídica cuando se produce contra un guerrillero en medio de un combate.

El tráfico de drogas es ilegal sólo por la casualidad temporal y económica. La guerra del opio no se dio para evitar que se consumiera ese alcaloide, sino para evitar que se prohibiera su consumo en China; ya todos sabemos lo que ocurrió en Chicago antes y después de la legalización del Alcohol; poco a poco el consumo de marihuana tiene menos incidencia jurídica en los Estados Unidos…

De ahí que a mí me parezca irrelevante si existe o no conexidad del delito de producción o tráfico de drogas con el de rebelión; siempre y cuando la imperfección de las situaciones actuales pueda ser corregida, aunque se un poco.

Sería estúpido pensar que un proceso de paz va a convertir a Colombia en un remanso de paz. Pero lo que sí es cierto es que esta situación de guerra absurda es manifiestamente intolerable e injusta, especialmente, con las personas económicamente más vulnerables.

Popayán, 6 de abril de 2016

No hay comentarios: