sábado, 21 de mayo de 2016

DE LA COHERENCIA

Cuatro son las virtudes cardinales que, según Platón, debía tener un ciudadano: La justicia, la fortaleza, la templanza y la prudencia. También fueron recogidas por Aristóteles y, luego llevadas a la teología por Santo Tomás.

No sé si podría considerarse como una virtud, o como una materialización de la fortaleza y la templanza, pero creo que si hay una cualidad por la que tengo una gran admiración es la coherencia.

Esa coherencia que exhiben ciertas personas no se reduce a la testarudez, ni tampoco a la necedad de permanecer en la mentira, cuando la reflexión y la razón han llevado a otras conclusiones. La coherencia se manifiesta, incluso, abjurando de ciertas concepciones cuando ellas contradicen a los principios.

Y en ello radica la coherencia, pienso yo: en mantenerse fiel a los principios; sean cualesquiera que sean.

Se ignora si las virtudes pueden ser aprendidas o enseñadas. Con la coherencia ocurriría lo mismo. Sin embargo, yo sí creo que debe existir una inclinación innata que haga efectivo su desarrollo. Como el futbolista o como el músico, que no tienen un talento natural, y que sin embargo pueden aprender a jugar y a tocar el piano, pero seguramente no serán lo suficientemente buenos como aquéllos que tienen ese don.

La coherencia, al igual que la templanza, no permitiría que el discurso se contagie de las veleidades del poder, o del favor popular. Por eso reconozco en Bernie Sanders, a una persona que tiene esa cualidad: la coherencia. Esa que es tan necesaria en la política, para que sea de verdad política; para que la política deje de ser el simple cálculo electoral y permita la contraposición de ideas y de propuestas.

Sanders seguramente será derrotado en las primarias de su partido, pero habrá puesto en la democracia estadounidense un hito muy alto en el debate, y aún más cuando del otro lado se encuentran personas que no gozan de la coherencia, ni de la templanza, prudencia, ni mucho menos, de la justicia, como me parece que ocurre con Donald Trump.

Las posiciones de Sanders son tan válidas allá como aquí: debemos preguntarnos hasta dónde es deseable que el capital participe e, incluso, desplace a la democracia. Si el sistema sobre el que nos educamos y que sustenta el poder político y económico resulta justo con la distribución de la producción; preguntarnos si las consecuencias actuales del crecimiento económico sobre el medio ambiente acrecientan la injusticia.


Aquí en Colombia hemos tenido nuestros propios Sanders, pero parece que aún estamos muy Rápidos y Furiosos, para un Abrazo de la Serpiente.

Popayán, 2 de marzo de 2016

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