sábado, 21 de mayo de 2016

Lo que hay de las ondas gravitacionales a Popayán.

Cada vez me producen más admiración los avances tecnológicos y los desarrollos del ingenio humano, así como los descubrimientos y las comprobaciones de interesantes hipótesis en el ámbito de las ciencias naturales, como la que acaba de ocurrir con las ondas gravitacionales, o hace algo más de un par de años con el Bosón de Higgs.

Pero la misma admiración me producen también los importantísimos avances en las ciencias sociales, que además de ayudarnos a comprender, por ejemplo, quiénes somos, qué hacemos o qué deberíamos hacer, nos brindan soluciones a problemas derivados de la convivencia en sociedad o a derivar obligaciones para crear nuevos y sofisticados instrumentos financieros.

Cuando pienso en los siglos y siglos de desarrollo de nuestra cultura jurídica, quedo impresionado de las teorías que se han desarrollado y que permiten utilizar reglas generales de orden sustancial y procedimental a un sinnúmero de conflictos.

Toda esta admiración se convierte en desilusión cuando veo tecnología subutilizada; cuando una persona dice, “es que yo el teléfono lo necesito sólo para llamar” o cuando un operador judicial en contra de toda la tradición jurídica y los siglos de desarrollo teórico sobre las instituciones, crea esperpentos que rompen el cosmos jurídico.

Es como si todo el esfuerzo humano detrás de la creación de artefactos físicos y culturales fuera simplemente despreciado.

De ahí mi permanente desilusión cuando tanto las innovaciones tecnológicas aunadas a las aplicaciones a las teorías de los contratos tienen poca o prácticamente nula valía en Popayán.

Parece que el túnel del tiempo que es la carretera entre Cali y Popayán, no se limitara a la arquitectura o a ciertas tradiciones, sino que involucrara toda suerte de innovaciones.

Los contratos de seguros, de medicina prepagada, los medios de pago electrónicos, las tarjetas débito o crédito, los servicios financieros y de inversión como la compra y venta de acciones, de opciones, de futuros, de derivados; todos, son cosas extrañas en Popayán.

Si bien, se puede considerar que existen materialmente, aquí no funcionan; aquí no sirven.

Pocos son los establecimientos de comercio que aceptan el pago con tarjetas; la medicina prepagada es rechazada prácticamente en la totalidad de los servicios de salud; los servicios agregados bajo una póliza de seguros de automóvil, como grúas, carros talleres, conductor elegido, etc., son un mito urbano.

Todas las innovaciones tecnológicas que buscan reducir las emisiones de material particulado producido por la combustión del Diesel o la gasolina, es desconocido por el transporte público de Popayán que transmite a los pulmones de los viandantes, la reducción de sus costos de operación.

En fin y volviendo a las ondas gravitacionales, tengo entendido que ellas fueron observadas gracias a un artefacto llamado Interferómetro Láser Avanzado de Ondas Gravitacionales, que logró medir las pequeñísimas curvaciones en el espacio tiempo producto de la interacción de la masa de ciertos cuerpos.

Estoy seguro de que si uno de los Interferómetros Láser Avanzado de Ondas Gravitacionales lo hubieran puesto en Popayán, éste no hubiese funcionado y en consecuencia, no tendríamos el conocimiento que tenemos ahora.

Esto es particularmente triste en un lugar donde el ingeniero Carlos Albán, producto de su ingenio hizo volar el primer aparato tipo dirigible, muchísimo antes que lo hiciera Zeppelin, en Alemania.

Popayán, 17 de febrero de 2016

No hay comentarios: