Cada
vez me producen más admiración los avances tecnológicos y los desarrollos del
ingenio humano, así como los descubrimientos y las comprobaciones de
interesantes hipótesis en el ámbito de las ciencias naturales, como la que
acaba de ocurrir con las ondas gravitacionales, o hace algo más de un par de
años con el Bosón de Higgs.
Pero
la misma admiración me producen también los importantísimos avances en las
ciencias sociales, que además de ayudarnos a comprender, por ejemplo, quiénes
somos, qué hacemos o qué deberíamos hacer, nos brindan soluciones a problemas
derivados de la convivencia en sociedad o a derivar obligaciones para crear
nuevos y sofisticados instrumentos financieros.
Cuando
pienso en los siglos y siglos de desarrollo de nuestra cultura jurídica, quedo
impresionado de las teorías que se han desarrollado y que permiten utilizar
reglas generales de orden sustancial y procedimental a un sinnúmero de
conflictos.
Toda
esta admiración se convierte en desilusión cuando veo tecnología subutilizada; cuando
una persona dice, “es que yo el teléfono lo necesito sólo para llamar” o cuando
un operador judicial en contra de toda la tradición jurídica y los siglos de
desarrollo teórico sobre las instituciones, crea esperpentos que rompen el
cosmos jurídico.
Es
como si todo el esfuerzo humano detrás de la creación de artefactos físicos y
culturales fuera simplemente despreciado.
De
ahí mi permanente desilusión cuando tanto las innovaciones tecnológicas aunadas
a las aplicaciones a las teorías de los contratos tienen poca o prácticamente
nula valía en Popayán.
Parece
que el túnel del tiempo que es la carretera entre Cali y Popayán, no se
limitara a la arquitectura o a ciertas tradiciones, sino que involucrara toda
suerte de innovaciones.
Los
contratos de seguros, de medicina prepagada, los medios de pago electrónicos,
las tarjetas débito o crédito, los servicios financieros y de inversión como la
compra y venta de acciones, de opciones, de futuros, de derivados; todos, son
cosas extrañas en Popayán.
Si
bien, se puede considerar que existen materialmente, aquí no funcionan; aquí no
sirven.
Pocos
son los establecimientos de comercio que aceptan el pago con tarjetas; la
medicina prepagada es rechazada prácticamente en la totalidad de los servicios
de salud; los servicios agregados bajo una póliza de seguros de automóvil, como
grúas, carros talleres, conductor elegido, etc., son un mito urbano.
Todas
las innovaciones tecnológicas que buscan reducir las emisiones de material
particulado producido por la combustión del Diesel o la gasolina, es
desconocido por el transporte público de Popayán que transmite a los pulmones
de los viandantes, la reducción de sus costos de operación.
En
fin y volviendo a las ondas gravitacionales, tengo entendido que ellas fueron
observadas gracias a un artefacto llamado Interferómetro Láser Avanzado de
Ondas Gravitacionales, que logró medir las pequeñísimas curvaciones en el
espacio tiempo producto de la interacción de la masa de ciertos cuerpos.
Estoy
seguro de que si uno de los Interferómetros Láser Avanzado de Ondas
Gravitacionales lo hubieran puesto en Popayán, éste no hubiese funcionado y en
consecuencia, no tendríamos el conocimiento que tenemos ahora.
Popayán, 17 de febrero de 2016
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