Si hay un fenómeno social por el cual hemos conseguido, para bien y para mal, ser lo que actualmente somos es la migración. Gracias a la migración los primeros seres humanos salieron de África para colonizar Europa y luego Asia y así, poco a poco, Oceanía y América.
La migración logró poner a salvo al pueblo de Israel de la hambruna, para llevarlos a Egipto y Babilonia y luego, también librarlos de la esclavitud de esos mismos lugares. Gracias a la migración, muchas personas encontraron la fortuna y las riquezas que su sangre les negaba, con la colonización de América por los españoles, portugueses, ingleses, franceses y holandeses.
Gracias a la migración, posteriormente, otros lograron poner fin a los terrores que entrañaba la primera y la segunda guerra mundial en Europa. La migración también ha permitido que los individuos desolados por la inequidad que dejaron las colonizaciones, encontraran refugio en sus estados colonizadores, desde los argelinos hacia Francia, los Jamaiquinos a Inglaterra, los latinoamericanos a España…
Pese a todas estas muestras de lo importante que resulta para nuestra especie la migración, estúpidamente algunos políticos pretenden acabarla con una firma. Consideran que en la migración radican los problemas que ahora tienen.
Después de los ataques terroristas en París, muchos esfuerzos y alianzas hubo necesidad de hacer entre la izquierda, el centro y la centro derecha, para que posiciones políticas nacionalistas de ultra derecha no triunfaran en las pasadas elecciones regionales de Francia, en donde buen susto se llevaron en la primera vuelta cuando el Frente Nacional, amenazaba tomarse el poder regional en ese país. Pero la amenaza está viva. Para el 2017, la muy elocuente Marine Le Pen, podría tener serias posibilidades de triunfar para la Presidencia de la República.
Y no muy lejos de nosotros, en Estados Unidos, el tristemente célebre Donald Trump, con menos astucia, menos inteligencia y mucha menos elocuencia que su símil francesa, atrapa incautos con su discurso nacionalista gringo. Ser nacionalista y ser estadounidense es ya, per se, una contradicción.
Me resulta curioso pensar que cuando las cosas se ponían mal, la migración aparecía como salvación, pues es casi una obligación moral de las comunidades receptoras abrir sus brazos a quienes así lo solicitan. No podemos olvidar que la solidaridad, es decir, actuar como un solo cuerpo, debe ser propio de quienes conformamos una sola especie animal.
Pero hoy, cuando las cosas se ponen mal, cuando Europa se siente amenazada por la migración africana, producto de las semillas que ellos mismos sembraron; cuando Estados Unidos cree que su economía y sus puestos de trabajo están amenazados por la migración latinoamericana, en un modelo económico ampliamente auspiciado por ellos mismos, entonces resulta que el problema es de la migración.
Popayán, 16 de diciembre de 2015
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