sábado, 21 de mayo de 2016

De la barbarie o la falta de superación del estado de naturaleza

Al igual que en las ciencias naturales, en las ciencias sociales se pretende obtener, de manera científica, los principios que gobiernan las cosas. El Estado es un elemento central de estudio para la filosofía política, para desarrollar teorías que justifiquen su existencia y que permitan determinar cómo funciona o, al menos, cómo debería funcionar.

Algunos  filósofos de la línea contractualista han optado por describir un época humana hipotética anterior a la existencia de los Estados: El estado de naturaleza de Thomas Hobbes, John Locke o Montesquieu y del que se servía igualmente Rousseau para explicar su teoría del Contrato Social. Así mismo la posición original desarrollada por John Rawls, en su libro Una teoría de la justicia, describe una sociedad anterior al Estado.

La característica general de un estado de naturaleza o de la posición original es el uso de la fuerza y de la violencia para resolver los conflictos que supone una vida en sociedad.  Con Estados, esos conflictos se resuelven a partir de leyes e instituciones creadas en asambleas representativas de hombres iguales.

La respuesta de Francia a los ataques terroristas del pasado 13 de noviembre es la violencia y la fuerza: apela a la confrontación ideológica entre la República y el terror y el llamado a sus socios a atacar, junto con Rusia y China, a las fuerzas del Estado Islámico en Siria e Irak.

Yo me pregunto: ¿habrá abandonado el ser humano el estado de naturaleza?, ¿continúa siendo el hombre, un lobo para el hombre? ¿Habrá otras formas de atacar el terror, diferentes al terror?

Contrario a lo que ocurría con Alemania de la Segunda Guerra Mundial, llama la atención que la mayoría de armas, municiones y tanques que utilizan el Estado Islámico son fabricadas en Rusia o en Estados Unidos y el petróleo de los territorios ocupados por los rebeldes en Siria es comprado por países que no son árabes, para producir la energía que demanda ‘occidente’.

Luego encuentro que es absolutamente cuestionable la determinación de atacar militarmente las posiciones de Estado Islámico en Siria, en respuesta de los ataques terroristas. Esto no haría cosa diferente que acrecer el odio. Es sabido, además, que las respuestas militares en una guerra asimétrica son devastadoras, especialmente, para los individuos que no están directamente en contienda de ambos bandos.

Entre tanto, la guerra inevitablemente beneficia a otras personas, que no combaten: a los fabricantes y comerciantes de armas y a sus socios financieros. Ese beneficio inmoral es el que debería ser objeto de ataque por parte de los estados organizados.


Si nos preciamos de tener Estados para combatir la barbarie y la fuerza, entonces la primera barbaridad que debería combatirse es el enriquecimiento individual como consecuencia de la muerte y la degradación de las condiciones de vida de otros individuos.

Popayán, 25 de diciembre de 2015

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