sábado, 21 de mayo de 2016

BANCOS PAGARAN INTERESES

Con este titular varios medios de comunicación transcribieron un boletín de prensa del Partido Conservador en el que se informaba sobre la aprobación en último debate de una ley que obligaría a los bancos a pagar intereses a sus ahorradores.

Aunque la expectativa que generan anuncios como estos puede ser grande, lo cierto es que esto no pasa de ser un titular para la exposición mediática de un senador, porque sería una ley absolutamente ineficaz.

Como será de ineficaz que ni siquiera Asobancaria se opuso a su aprobación, y más bien coadyuvó en el análisis y en la redacción final del proyecto de ley.

Otorgar o no unos modestísimos intereses a los ahorradores no significa para nada un gran cambio o una verdadera reforma que se necesita al negocio de la financiación, ni tampoco es una noticia.

La noticia sería una modificación al sistema financiero y, sobre todo, al sistema monetario. El servicio de intermediación financiera ha sido considerado de interés público en nuestra Constitución y la propia Corte Constitucional en sentencia C 640 de 2010 consideró que: “La actividad financiera, bursátil y aseguradora es… está fundada en un pacto intangible de confianza.”

De hecho, el sistema de financiación es la única industria cuyos activos son en realidad el riesgo de toda la sociedad.

Según información de la Superfinanciera, para enero de 2016, de los activos de los establecimientos de crédito en el sistema financiero de Colombia, un poco más del 86% corresponden a cartera y a inversiones en derivados.

En un sistema libre de mercado, deberíamos poder manifestar si estamos de acuerdo o no con que nuestros recursos depositados en los bancos pueden ser susceptibles de ser invertidos a cambio de la participación en las utilidades de esas inversiones. Si por el contrario, no estamos interesados en invertir, entonces deberíamos pagar las comisiones por administración y manejo de nuestras cuentas. Pero aquí, ni una cosa ni la otra.

Los recursos que tenemos, que pagamos, que aportamos, que estamos obligados a llevar al sistema financiero son utilizados sin nuestro consentimiento en inversiones que sólo benefician a las entidades de ese sistema.

Si el riesgo de que ese 86% de los activos representados en inversiones sólo fuera de las entidades del sistema, pues no habría ningún problema, pero lo cierto es que el riesgo también es de todos nosotros.

Es como si consintiéramos todos en que un bus viaje a 140 km/h, para que el conductor y el dueño del bus alcancen a hacer más viajes y su negocio sea más rentable.

Popayán, 18 de mayo de 2016

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