lunes, 23 de noviembre de 2015

LA EDUCACIÓN RELIGIOSA

Un estudio publicado recientemente en la revista Current Biology y referenciada por varios medios de comunicación, da cuenta que los niños formados en entornos familiares con educación religiosa fuerte son menos generosos y altruistas y son más proclives a ejercer juicios más fuertes sobre los comportamientos de las demás personas.

Pues eso precisamente es lo que ocurre también en entornos sociales fuertemente religiosos y en Estados teocráticos. La tragedia que padeció París la semana pasada producto de unos ataques terroristas de miembros de ISIS refleja la intolerancia y la sinrazón de algunas decisiones orientadas, casi que con exclusividad, por fines religiosos.

Sin embargo esas expresiones de egoísmo y etnocentrismo no son patrimonio exclusivo de las sociedades del medio oriente.

Es muy fácil advertir en nuestra propia sociedad que las personas que participan de doctrinas religiosas poco flexibles tienen una orientación mucho más fuerte a demandar del Estado castigos más fuertes para los delitos y, en el caso colombiano por ejemplo, lideran la oposición al proceso de paz.

No desconozco la profunda necesidad del individuo por unas bases religiosas, o por vivir una espiritualidad regentada por aquello que durante muchos años se ha posado en nuestra cultura. No desconozco tampoco que la religión es tan parte de nuestra cultura que nos identifica y nos une y que puede ser tan necesaria para la construcción de sociedades. No obstante, considero que  uno de los grandes logros que trajo la modernidad fue la separación entre iglesia y Estado.

Y creo que es necesario que esa separación se haga más y más grande y que la religión conduzca y oriente las decisiones espirituales de los individuos, pero no las decisiones sociales de los Estados, ni de las familias.

Una familia responsable con la crianza de los niños debería, considero yo, establecer la diferencia desde la más temprana infancia, entre el mito y el logos: entre la pasión y la razón y permitir que la teología, como ciencia social, limite su campo de análisis y de estudio, de tal suerte que no los supere y se introduzca en conclusiones que serían de las ciencias naturales o de otras ciencias sociales como la sociología, por ejemplo.

Las festividades cristianas de diciembre nacieron desde el imperio Romano, precisamente de la necesidad unir sociológicamente las celebraciones tradicionales (paganas) del fin del periodo de menos luz solar, con aquéllas de carácter religioso, relacionadas con  el nacimiento de Jesús Cristo.

Este es un ejemplo que la secularidad y la religiosidad pueden convivir, cuando cada una mantiene su esencia.

viernes, 13 de noviembre de 2015

Adopción igualitaria

La Corte Constitucional, en Sentencia C 683 de 2015, declaró que dentro del ámbito de aplicación de las normas relativas a la adopción de menores de edad, se debe entender que están comprendidas las parejas del mismo sexo que conforman una familia. Con ello se abrió legalmente el paso a que la orientación sexual de las personas no sea un impedimento para este trámite.
Una de las razones por las cuales la Corte Constitucional tomó esta decisión, es que no existe evidencia científica definitiva, que permita determinar con certeza que la adopción por parte de personas del mismo sexo genera afectación al desarrollo integral de los niños.
Esta decisión ha causado un sinnúmero de reacciones, como era de esperarse. Entre ellas algunos congresistas que sienten que su función de representantes de la sociedad fue suplantada por la Corte Constitucional y que, por otro lado, sostienen que las formas en que la sociedad acepta la configuración de las familias debe ser objeto de una decisión directa del pueblo, a través de un referendo.
No creo que ni el Estado, ni la sociedad deban interferir en la forma en que las personas decidan conformar una familia. Esto obedece a una decisión exclusiva de los individuos y a los Estados les corresponde proteger esas decisiones.
Tampoco puede ser objeto de una decisión popular aquello que corresponde a enteramente a conclusiones a partir de investigaciones de carácter científico. Es decir, no podría preguntarse al pueblo si considera que es dañino o es inocuo para un niño ser adoptado por padres con preferencias sexuales hacia su mismo género, así como no podría preguntarse a las personas si están de acuerdo con que la energía sea igual a la masa por la velocidad al cuadrado.
Un día en que estaba esperando los resultados de unos análisis de laboratorio, oí a muchas personas hablar entre ellas, como en un solo ruido ininteligible. Hasta que una persona que estaba por ahí, empezó a hablar por celular en una lengua indígena. Y toda esa barahúnda empezó a callarse, para dirigir su atención a esa persona tan diferente.
Soy consciente de que probablemente nuestra sociedad aún no está preparada para la diferencia y que toda nuestra actividad diaria puede verse afectada cuando interviene una persona diferente; o una familia conformada de formas diferentes a las tradicionales. Sin embargo, ahí está nuestro reto como sociedad y como Estado: educar a nuestros hijos y pedir al Estado que promueva la educación en formas igualitarias.
Por eso es necesario enaltecer a todas esas personas que hoy rompen nuestros prejuicios y que pese a hablar en lenguas diferentes, o amar en formas diferentes, o a conformar responsablemente una familia diferente a las de la mayoría, lo hacen de forma abierta, sincera, y con compromiso y nos conducen, poco a poco, a una mejor sociedad. Gracias a todas ellas, nuevamente.

miércoles, 4 de noviembre de 2015

¡MANTENER LA DEMORACIA, MAESTRO!

Esa es quizá una de las frases más populares y más mediatizadas que se produjeron durante la retoma del Palacio de Justicia hace 30 años, el 6 de noviembre de 1985. La pronunció el Coronel en retiro Alfonso Plazas Vega, a la sazón, Comandante de la Escuela de Caballería, cuando un periodista le preguntó cuáles eran las órdenes.

Para mantener la democracia en esa ocasión, fue menester disparar en contra del Edificio del Palacio de Justicia con cañones de tanques de guerra; disparar hacia todos los flancos y sin discriminar enemigos de protegidos y terminar destruyendo las vidas de insignes hombres, y con la desaparición de algunas personas.

Para mantener la democracia  fue menester, igualmente, realizar ejecuciones extrajudiciales y ocultar sus cadáveres. Para mantener la democracia hubo de ser necesario mantener un absoluto silencio sobre los procederes y las órdenes de los comandantes del ejército. Asimismo, fue necesario censurar la prensa y transmitir en vivo un partido de fútbol Nacional Vs. América de Cali, en el entretanto se desarrollaron todas las operaciones.

Para mantener la democracia fue necesario borrarla de un sablazo. Algunas pruebas reveladas durante todos estos años de investigaciones, conducen a determinar que Belisario Betancourt, Presidente de la República para entonces, no fue atendido como Comandante Supremo de las Fuerzas Militares.

Me pregunto si la democracia es un valor absoluto y un fin en sí mismo. Yo me niego a considerarlo así. Yo creo que la democracia sólo es un medio -uno de los más importantes- con el que se garantizan las libertades individuales, se respeta la vida y se brindan las posibilidades para desarrollar un proyecto de vida.

Estoy lejos, muy lejos de orientar juicios sobre responsabilidades individuales, pese a que existen sentencias ejecutoriadas de la Corte Suprema de Justicia en contra del Jesús Armando Arias Cabrales y de Alfonso Plazas Vega. No obstante, existen evidencias serias; serísimas de actuaciones irregulares y graves durante la retoma del palacio y en eso tiene responsabilidad todo el establecimiento.

La democracia es un valor que se construye difícilmente. Construir la democracia implica años y años de educación en el pluralismo, en el respeto de las ideas ajenas; de investigaciones y aportes desde las ciencias sociales, de instituciones económicas fuertes, de reducción en la desigualdad de los ingresos…

La democracia se destruye fácilmente. Se destruye cuando se desvía el poder de las autoridades democráticamente constituidas. La misma democracia orienta el proceder de las autoridades para limitar las libertades individuales: el del juez para privar de la libertad a alguien, o para obligarlo a pagar sus cuentas; del soldado para neutralizar o dar de baja en combate; de los políticos, para modificar las normas y para ejercer su autoridad.

Una imagen que hace años alguien compartió en redes sociales, me parece que representa exactamente lo que ocurrió hace 30 años: una casa con los floreros rotos, las ventanas quebradas, los muebles destruidos, y al pie de un periódico doblado, yacía muerta una mosca. La imagen estaba acompañada del texto: Manteniendo la democracia, maestro.

La amarga caña de azúcar

A las ya conocidas sanciones al sector azucarero por prácticas que pretendían obstaculizar la competencia, debemos recordar además otros costos de esa industria que han sido transferidos a la sociedad, en general.

En 2007 se publicó un estudio realizado en la Universidad de los Andes, que se llamó “La caña de azúcar: ¿una amarga externalidad?”. Este estudio fue realizado por Eleonora Dávalos Álvarez y resultó concluyente respecto de una relación positiva entre los aumentos de quemas en las plantaciones de caña de azúcar y un incremento del material particulado inferior a 10 micras y de estos dos factores con un aumento en las consultas por Enfermedades Respiratorias Agudas en el municipio de Palmira.

Aunque en reiteradas oportunidades Asocaña ha publicado otros análisis que desdicen ese estudio y otros similares, lo cierto es que no conozco alguno que haya sido publicado por centros de investigación académica, que permita confiar plenamente en los mismos.

Pero más allá de resolver sobre si la pavesa que resulta de la quema en las plantaciones de caña es dañina para la salud de las personas asentadas en la cuenca del valle del rio Cauca, me llama poderosamente la atención la acción del Gobierno Nacional,  para favorecer esa práctica.

En 1995 el Gobierno Nacional expidió el Decreto 948, que en su artículo 30 ordenaba tomar medidas para la reducción de las quemas a cielo abierto, hasta su total eliminación antes del año 2005.

El 20 de diciembre de 2004, 10 días antes de que empezara el 2005, el Gobierno Nacional emitió el Decreto 4296 mediante el cual modificó el artículo 30 del Decreto 948 y ordenó que, en lugar de la eliminación de la práctica de quemas a cielo abierto, se expidiera la reglamentación para que se pudieran efectuar dichas quemas a partir del 1 de enero de 2005.

Las externalidades, son aquellos costos que no se introducen en el esquema que tienen las empresas para determinar los precios de sus productos. La contaminación es el ejemplo por antonomasia de las externalidades. Cuando una empresa contamina, por ejemplo el aire, trasmite parte de sus costos a las demás personas.

Quienes han padecido las consecuencias de las quemas a cielo abierto conocen de sobra todas las afectaciones, no sólo a la salud, que produce la pavesa que emite ese proceso de quemado. Ese costo lo asume toda una comunidad, pero los beneficios económicos que ello produce se concentran exclusivamente en los propietarios de las plantaciones.

LA LIBRE COMPETENCIA ECONÓMICA ES UN DERECHO DE TODOS

En el año 2001, la Superintendencia de Industria y Comercio, dirigida por Emilio José Archila objetó la fusión que se pretendía hacer y que, luego efectivamente se hizo, entre las aerolíneas Avianca, Sam y Aces. El entonces Superintendente consideraba que esa fusión desembocaría en una concentración del 70% de la totalidad del mercado doméstico de vuelos en una sola compañía y ello, naturalmente representaría una reducción de la competencia.

La competencia es un elemento sustancial en un modelo económico de mercado (o social de mercado, como lo ha considerado la Corte Constitucional en varias de sus sentencias), que es el que tenemos en Colombia.

En una economía social de mercado, quienes ofrecen bienes y servicios son aceptantes de los precios que son determinados exclusivamente por las relaciones de mercado. Por ello, la fijación de los precios por monopolios, oligopolios, monopsonios u oligopsonios debe ser rechazada, vedada, prohibida por un Estado que se pretenda serio en materia económica.

En Estados Unidos y Europa, no son pocos los ejemplos de drásticas sanciones a las pretensiones de cartelización de mercados, fijando precios e impidiendo la entrada de nuevos competidores a los mercados. Hasta la misma empresa que creó el software con la que escribo esta columna fue sancionada en Estados Unidos, porque su sistema operativo establecía ciertos protocolos que impedían que otras empresas que creaban Software se implementaran cabalmente en su Sistema Operativo Windows.

En conclusión, la libre competencia es un elemento sustancial en una economía liberal, de mercado (capitalista, dirían algunos), por ello es un deber y, además un servicio público del Estado, sancionar y prevenir conductas que atenten contra la competencia económica.

La Superintendencia acabó de imponer una multimillonaria sanción en contra de varias empresas de la industria azucarera y de sus principales agremiaciones. Esta sanción es histórica: jamás se había impuesto una sanción de tal magnitud. Por ello, algunos celebrados abogados han tenido en considerarla una sanción confiscatoria. Sin embargo, lo cierto es que el propósito que debe rondar una sanción de esta naturaleza es precisamente eliminar este tipo de prácticas.

En una oportunidad un amigo me contaba indignado que en su conjunto de apartamentos vivía una persona de singular riqueza y de modales muy vistosos; que hacía unas fiestas muy ruidosas constantemente. Ante las irrisorias y múltiples multas que le imponía la administración de la copropiedad, este personaje respondía pagándolas una y otra vez, sin que ello afectara su pródiga vida social y sus ruidosas celebraciones.

Evitar este tipo de comportamientos es precisamente lo que pretende una sanción ejemplarizante: que los beneficios obtenidos por las prácticas desestabilizadoras de la competencia sean infinitamente superiores a las sanciones, de tal suerte que continúe siendo un buen negocio seguir defraudando al mercado.

Para terminar, debe recordarse que la oposición del Superintendente Archila a la fusión de las aerolíneas trajo consigo la renuncia de ese ejemplar funcionario, ante la falta de apoyo por parte del gobierno nacional que finalmente decidió, con argucias jurídicas, conceder licencia a la mentada fusión y así retrasar la competencia en el sector aéreo que tan grandes ventajas trae consigo, para el abaratamiento de pasajes aéreos y mejoramiento del servicio.

viernes, 2 de octubre de 2015

CANDIDATOS, ¿DISPUESTOS A PERDER?

Hace poco tiempo apareció en Facebook una suerte de encuesta viral que invitaba a las personas a contestar algunas preguntas, para que luego calificaran las respuestas catalogándolas en un plano cartesiano de identificación política. En ese plano cartesiano se encontraba, en el eje x, la línea que políticamente dividiría al pensamiento de izquierda y el de derecha. Mientras tanto, en el eje y, en la parte superior, la identificación de un pensamiento comunitario y abajo un pensamiento libertario o individualista.

Pensaba yo que sería muy importante conocer lo que piensan los políticos sobre diferentes situaciones hipotéticas y con las cuales se identificarían o no los votantes.

Pero la política dista tanto de lo electoral, que aquí no importa qué piense o qué privilegien los candidatos. Aquí, al parecer, lo que importa es la adhesión que pueda conseguir. No importa si políticamente coincida o no.

En Popayán quedan en contienda sólo tres candidatos de los cinco que inicialmente se inscribieron. Según las encuestas y, según mi percepción personal, las dos candidaturas con más opción de obtener una mayor cantidad de votos el próximo 25 de octubre, son la de César Cristian Gómez y la de Jimena Velasco y por eso me voy a referir a ellas.

Uno supondría que del Partido Liberal se podrían esperar políticas públicas que favorezcan los derechos, el reconocimiento y el respeto por la comunidad LGBTI, o de la libertad de las mujeres para decidir sobre la interrupción voluntaria del embarazo, o del reconocimiento del Estado como responsable de algunas víctimas en el conflicto armado; pero lo creo tan poco probable, cuando se han tenido que firmar “acuerdos programáticos” con sectores religiosos que no están de acuerdo con esos postulados de libertad individual, o con otros sectores doctrinarios de una seguridad nacional que limite las libertades, para privilegiar el interés supremo de la Patria.

Uno supondría que un verdadero “Cambio para Popayán” tendría como requisito sustancial, terminar con una relación electorera de rancia data entre el politiquero de oficio y las personas que estarían encargadas de formular y ejecutar las políticas públicas. Sin embargo, la llegada de dinosaurios, de paquidermos, de ejemplos de clientelismo por antonomasia, hace pensar que el cambio tampoco sería posible.

Todas estas adhesiones, tienen un común denominador: la ambición de ganar la contienda. La de superar a los adversarios, sin importar lo que deba hacer.  Y si se advierte que no se puede ganar todo, al menos, ganar un poquito.

Alguna vez, hace años, alguna amiga que aspiraba a un cargo de elección pública, me decía: Es que si yo me lanzo es para ganar. Y yo asentí y le di la razón, claro, más porque me daba francamente pereza contradecirla.


Yo creo que en una sana democracia sería deseable que haya candidatos que estén dispuestos a que las personas escruten profundamente su pensamiento y que, en virtud a ello, estén dispuestos a saber que las demás personas piensan diferente. En otras palabras, candidatos que estén dispuestos a perder.

La democracia en los tiempos del cambio climático

Ayer pude observar como en Bolívar, Cauca la falta de lluvias que, desde abril ha padecido ese municipio, ha provocado cortes diarios en el suministro de agua potable en la cabecera municipal y ni qué decir en los corregimientos y veredas, en donde, de los cauces de agua, sólo quedan los vestigios. De otro lado, los incendios forestales forman un paisaje de desolación y desconsuelo. Ver el cerro de Bolívar totalmente en cenizas, y el ganado pastando sobre potreros carbonizados, me parecieron imágenes aterradoras. Como del apocalipsis.

Mientras esto sucede, se acaba de terminar la construcción de un puente militar en San Miguel, y en los próximos días de terminarán otros dos, que permiten la reconexión vial en ese sector del municipio que se había perdido en el pasado diciembre, producto la gran cantidad de lluvias y del consecuencial crecimiento del rio San Bingo.

Y de eso precisamente se trata el fenómeno del cambio climático al que estamos expuestos: situaciones extremas en el comportamiento de los fenómenos atmosféricos, que no obedecen a patrones históricos y que, afectan nuestros comportamientos sociales, económicos y culturales.

El cambio climático es una amenaza real y además global. Por ello, las políticas estructurales para la reducción de dicha amenaza, deben pasar por ámbitos de decisión política de esa misma instancia. No obstante, es verdad también que la vulnerabilidad de nuestra infraestructura o de nuestra economía y el mejoramiento de nuestras capacidades de enfrentar dicho fenómeno y de resiliencia, son ciertamente locales y regionales.

No he leído ni he escuchado alguna propuesta política regional o local que involucre, de manera seria, la adaptación al cambio climático. La acción política en este tema no deja de ser meramente reactiva ante la ocurrencia de un evento. Y lo peor es que lejos de ser seriamente reprochada por la comunidad, es merecedora de aplausos y avenencias, cuando el gobierno de turno logra “gestionar” recursos para una reconstrucción, para unas ayudas humanitarias o para la atención del problema, pero deja de “gestionar” los recursos necesarios para disminuir el riesgo de que esos eventos ocurran.

Una política seria de adaptación al cambio climático, creo yo, debe involucrar procesos culturales que nos hagan tomar conciencia que nuestros hábitos en la producción, comercialización y consumo de bienes y servicios deben tener en cuenta que las condiciones naturales en las que ellas se desarrollan, pueden cambiar con relativa facilidad y pueden volverse en nuestra contra.

Pero he aquí uno de los riesgos de la democracia: probablemente dé más votos y más popularidad el hecho de conseguir y repartir subsidios, ayudas humanitarias, o reinaugurar puentes después de un evento desastroso, que actuar prospectivamente, para reducir la probabilidad de que ese mismo evento ocurra.

Considero que la política pública de ordenación del territorio alrededor del agua en Bogotá, debe constituir un ejemplo para todo el país. La adaptación al cambio climático implica una desadaptación a nuestras actuales interacciones sociales, a nuestras formas de producción económica, a nuestra forma de construcción de viviendas, y, en últimas, a toda nuestra cultura, nuestra lógica, y nuestra cosmovisión.


Unas decisiones políticas afortunadas en esta materia, pueden ser la diferencia entre una sociedad próspera y una sociedad miserable.

sábado, 12 de septiembre de 2015

La política y los idiotas


Probablemente fue ya bien consolidado el Imperio Romano cuando la palabra idiōta en latín se usaba como calificativo de una persona ignorante o sin educación y hoy en día significa padecer de idiosis o retraso mental.

Lo cierto es que esa palabra es la latinización del griego ἰδιώτης y éste, a su vez, tiene su raíz en la palabra ἴδιος (ídios), que es una palabra que hace referencia a uno mismo, a lo privado, a lo propio. Algo equivalente al self del inglés y del que deriva la palabra selfie que es esa foto de uno, tomada por uno mismo.  

Entonces, quien sólo se interesaba en sus propios asuntos y no en los de la pólis (ciudad); es decir en la política, era llamado idiota en la antigua grecia.

Y, creo que en realidad existe una relación muy grande entre el significado que le dieron los griegos antiguos, con el que le dieron los romanos a la palabra idiota. Es decir, algo de ignorancia podría uno advertir en aquellos que no se interesan por lo público.

Quizá no en vano decía Aristóteles: “El que sea incapaz de entrar en esta participación común, o que, a causa de su propia suficiencia, no necesite de ella, no es más parte de la ciudad, sino que es una bestia o un dios

De la misma forma me parece que mucho de idiotas, en el sentido del griego antiguo; en el sentido egoísta, tienen quienes se interesan hoy por la política. Y lo digo, porque si hay algo que motive más la participación en política es el propio beneficio.

Para muchos polìticos no es el de la pólis, sino su propio interés, el que gobierna su actuar. Por otro lado, una cantidad nada despreciable de votantes y seguidores, sólo persiguen un contrato, un puesto, o una hoja de Eternit para sí mismos.

El manejo de los asuntos del Estado, en muchos casos, se convierte en fuente de enriquecimiento inmoral y de privilegios personales.

Es triste interesarse en la política como objeto de estudio en su ámbito de la moral, cuando ya no hay moral alguna que se encuentre en la política; cuando el ser humano, que por naturaleza era un animal político, como lo encontraba Aristóteles, ha pasado a ser, por el vicio, un ser incapaz de pensar en común: una bestia, un idiota.

Movilidad en Popayán

La movilidad en lo que tiene que ver con el tránsito de vehículos, ciertamente es un derecho y un interés colectivo. En Popayán, el tráfico de vehículos en determinadas horas se torna intolerable; pero la administración municipal lejos de brindar soluciones, parece que se esforzara en ahondar más la problemática.

Una sencilla observación nos demuestra que en el caso de los semáforos del sector de Torres del Rio, el mayor flujo de vehículos se da en sentido norte-sur y sur-norte; mientras que los vehículos que desde el norte toman a la izquierda hacia la vía al Huila, son mucho menos y, aún muchísimo menos, los que desde sur toman el giro hacia la izquierda hacia el sector de la Villa o en “U” al Centro Comercial.

No obstante que el flujo en los sentidos ya dichos es menor se ha impuesto, desde hace décadas, el sistema de turnos de flujo en el sentido de las manecillas del reloj. Esto implica que algunas zonas de intersección que pudieran utilizar permanecen libres la mayor parte del tiempo, mientras que desde el norte y el sur se hacen cada vez más largas y largas las filas de vehículos.

Si tan sólo se diera menos tiempo la luz verde para hacer los giros a la izquierda, para los flujos norte-sur y viceversa, se mejorarían ostensiblemente el promedio de tiempo que deben aguardar las filas de vehículos.

Mucho más podrían mejorarse los tiempos, si se eliminase el giro a la izquierda y en U, de los vehículos que se desplazan hacia el norte. No se podría realizar entonces el cruce hacia el sector de la Villa. No obstante, el traumatismo que se causa sería muy poco, porque, además de que estos vehículos no representan un flujo muy grande en comparación con los demás, aquellos que se dirigen a ese sector lo pueden hacer por el lado de Katay.

En otro punto de la ciudad, en el sector de Bella Vista, muchas veces las filas de carros empiezan casi 2 kilómetros atrás: en la “loma de las cometas”. Esto es ya inconcebible en una ciudad tan pequeña. Pero también es producto de la mala sistematización de los semáforos. El flujo de la luz en verde de los vehículos que continúan hacia el norte, alcanza a dar paso a más de 30 vehículos, pero este mismo número se detiene, producto de la luz roja (más de un minuto), para dar vía a 2 o 3 vehículos en esa misma intersección.

Como si esto fuera poco, estrenamos un sistema semafórico en la intersección del sector del SENA en el norte. Este sistema es un completo fracaso. Igual que los anteriores, parece que obedece a un incontrastable afán de la autoridad de tránsito por impedir la fluidez del paso vehicular. Es necesario detenerse, sin que la intersección esté usada, mientras los conductores perdemos la paciencia esperando ante una luz roja inocua.

La cereza de este ponqué de desatinos y que demuestran, además, la improvisación y la falta de criterio técnico para realizar las intervenciones semafóricas y por la que yo califico de deliberada la actuación de la administración en pro de los trancones, es el semáforo solitario que se instaló en la Avenida Panamericana, en el sector de la entrada a Campo Bello. Cómo sería el grado de disparate que querían hacer que, una vez instalado, no se han atrevido a ponerlo en funcionamiento y un tímida luz amarilla parpadeante informa la presencia de ese adefesio.


¿Cuánto dinero habrá destinado la administración para ese despropósito?

Uber y mototaxismo

Estos dos fenómenos sociales y económicos llaman la atención por estos días. Y aunque de formas distintas, ambos refieren al mismo problema: deficiencias en la regulación del servicio público de transporte en las ciudades de Colombia.

Empecemos por decir que el Estado ejerce una fuerte intervención en este servicio, toda vez que corresponde a uno de naturaleza pública, en tanto que interesa a todos los miembros de la sociedad.

La intervención, cuando no tiene en cuenta a los elementos que configuran el mercado (precios, cantidades, oferta, demanda, elasticidad, entre otros) genera ineficiencias y, en virtud de ellas, también mercados negros, como paso a explicar.

Los mercados negros se caracterizan por la ilegalidad o la clandestinidad en la que operan ofertores y demandantes; por ejemplo: Un partido de fútbol de la Selección Colombina tiene cantidades limitadas de tiquetes. Si la demanda por esos tiquetes supera las cantidades limitadas, por regla general, los precios de esos tiquetes van a subir y ello induce a que se dé una reventa. Esta reventa podría considerarse un mercado negro, cuando ésta está prohibida.

Así mismo, son limitadas las licencias o los cupos que concede el Estado a quienes quieren prestar el servicio de transporte público individual (taxi).

Siendo el cupo un bien cuyas cantidades son limitadas, ante el aumento de la demanda de servicio público, aumentará también la demanda por cupos o licencias y ello implica el aumento de su precio. Sin embargo, como en la reventa de tiquetes, ese aumento no representa un incremento en lo que recibe el organizador del partido; o lo que recibe el Estado.  Ese aumento sólo representa un enriquecimiento para el dueño del cupo.

Fácilmente podríamos decir que un taxi (con cupo) en las actuales condiciones cuesta alrededor de 100 millones de pesos. Entonces cuando tomamos ese servicio estamos pagando por ambos costos: por el vehículo y sus respectivos costos y por el cupo. Entonces, estamos pagando un servicio de 100 millones, cuando en realidad nos beneficiamos de uno de 35 millones en el mejor de los casos, o de menos, cuando el servicio se presta en vehículos viejísimos, en malas condiciones, muy pequeños, sin posibilidad de maleteros (que sucede en la mayoría de casos)

Y aquí radicaría el éxito de Uber en Colombia: que presta un servicio cuyo valor resultaría más cercano a su costo real.

Sucede lo mismo con el mototaxismo. Los usuarios de ese servicio pagan una menor cantidad de dinero, por el servicio que requieren, y aunque transfieren parte de sus costos a todos los demás miembros de la sociedad (en forma de riesgo), debe reconocerse que los recursos se utilizan de forma más eficiente, pues ¿para qué destinar tantos recursos (combustible, tiempo, espacio público) para transportar una sola persona?

Creo que lo malo del mototaxismo es el mototaxista. Ese que no sabe conducir; que ignora las normas tránsito; que es negligente, que no está bien educado.


La solución debe empezar por reconocer las deficiencias regulatorias y proceder a determinar un mecanismo que haga compatible la oferta y la demanda, con la regulación, vigilancia y control de un servicio público.

jueves, 20 de agosto de 2015

John Manuel Snow

Advertencia. Esta no es una defensa a Juan Manuel Santos. Sí es una defensa al proceso de paz.

En la popular serie de HBO Game of Thrones, John Snow es el hijo extramatrimonial de un hombre de la nobleza, que se incorpora a un ejército llamado La Guardia de la Noche. La misión de este ejército, desde hace cientos de años, es mantener alejados a los hombres salvajes y otros seres, que son enemigos de los hombres de los siete reinos. Estos últimos obedecen a leyes y a reyes.

Los hombres salvajes han robado, matado, destruido, usurpado tierras. No observan leyes ni tienen estados; se consideran libres para pensar y para actuar y por eso no reconocen el poder de los reyes. Tampoco tienen fuertes instituciones sociales como el matrimonio, pero buscan en conjunto su beneficio  común. Los salvajes tienen un enemigo con poderes extraordinarios: Los Caminantes Blancos, que son una suerte de muertos vivientes.

Los Caminante Blancos, por su parte,  tampoco distinguen de entre sus enemigos, a hombres salvajes, de hombres de los siete reinos y su poder se acrecienta con el invierno, porque su medio natural es el hielo.

Teniendo en cuenta que el invierno se aproxima y que los caminantes blancos no pueden ser enfrentados sin la unión de todos los hombres, John Snow, una vez elegido como comandante por la mayoría de sus compañeros de armas, deja atrás siglos de luchas y luego de reunirse con los jefes de los salvajes, les abre las puertas de la muralla que divide a los salvajes de los hombres de bien y les permite la entrada a su fortaleza militar.

Muchos soldados de la Guardia de la Noche ven esto como una traición a los principios y a los juramentos que John Snow celebró cuando se unió a ese ejército y deciden tenderle una trampa que lo lleva a un lugar donde se lee la palabra TRAIDOR y proceden, cada uno de los presentes, a clavarle sendos espadazos en el vientre.

Traidor. Ese también es el adjetivo con el que muchos califican al presidente Juan Manuel Santos. Muchos consideran que abrir las puertas del diálogo con los “salvajes” de las FARC, con todos los atropellos, vejámenes, violaciones y actos abominables que han realizado es eso precisamente: traición.

Sin embargo ambos: guerrilleros “salvajes” y colombianos que obedecemos las leyes tenemos enemigos en común. La guerra, la pobreza, la desigualdad, el triunfo de las corporaciones y otras instituciones humanas sobre el individuo. Todos estos enemigos, con poderes sobre naturales  viven de la muerte, como los muertos vivientes.

La guerra es un ser sobre natural. Es autótrofo, porque genera su propio alimento. Cada muerte, cada combate, cada herido deja más ganas de pelear y de vengar y de matar y de odiar y de separar a salvajes de hombres de bien.

La única forma de darle solución a la guerra es el diálogo. Sin embargo también debe reconocerse que para que haya diálogo sólo se debe exigir una cosa: voluntad y en esto las FARC no han demostrado mucha avenencia.

Tras el último episodio de la última temporada que ha sido transmitida de The Game of Thrones, un revuelo en redes sociales se ha causado lamentando el destino del personaje John Snow. Es, sin duda, un personaje que atrajo la atención de los televidentes. Creo que si no todos, sí la gran mayoría nos sentíamos identificados con los planteamientos de John Snow y su propuesta de paz con los salvajes, en el curso de la serie.

¿Qué es lo que nos lleva a sentirnos identificados con sentimientos de paz en una serie de televisión y que no podemos llevarlos a la realidad? ¿Por qué nos sentimos más atraídos por el pasado, la venganza o la muerte?


En la realidad, abrir la puerta a los “salvajes” sí que nos cuesta.

De Picos y Placas

Desde hace ya bastante tiempo venía proponiendo entre amigos, que el pico y placa en Popayán debería obedecer a criterios de justicia tributaria y de igualdad material, lo que se lograría teniendo en cuenta el lugar en donde están matriculados los vehículos.
Lo anterior, en razón a que a partir de una observación simple me surgía la hipótesis que los carros matriculados en Popayán podrían ser, en el mejor de los casos, la mitad de los que diaria y habitualmente circulan en la ciudad.
Por eso, entre el 13 de abril y el 2 de mayo de 2015 y en días diferentes, me di a la siguiente tarea: le dicté a mi celular el lugar de matrícula de 223 vehículos que vi en varios sitios de Popayán y a diferentes horas: En el centro, en la Esmeralda, en el Barrio Bolívar, en la carrera novena desde la calle 11 hasta la glorieta de Brisas. No tuve en cuenta placas de servicio público, ni placas oficiales. Sólo conté una vez por horario y por sector, para poder tener una muestra lo más aleatoria posible. Después de tabular, el resultado es el siguiente: matriculados en Popayán: 36.32%, en Cali: 21.08%, en Timbío: 16.14%, en Bogotá 6.28%, en otros lugares: 22.87%.
En conclusión la mayoría; esto es el 63.68% de los carros que observé no están matriculados en Popayán. Si asumiéramos que la muestra es representativa de los vehículos que habitualmente transitan en la ciudad, una política de restricción de uso del carro particular que obedeciera a criterios de justicia e igualdad, como lo propongo, debería tener en cuenta que estos vehículos no tributan en la ciudad y que, pese a ello hacen igual uso de la infraestructura vial.
No sé si fenómenos como el que presento, existen en otros lugares; sin embargo llama la atención que en Cali acaban de modificar la restricción para que los vehículos matriculados fuera de esa ciudad tengan pico y placa todo el día, en los días que les corresponda, mientras que los matriculados en Cali, sólo entre horas pico.
Yo propondría algo más radical para Popayán: tener una medida de pico y placa que restrinja el uso del carro de acuerdo a los días. Días pares, placas pares y días impares, placas impares. De la medida del pico y placa deberían estar eximidos todos los vehículos matriculados en Popayán.
De esta manera habría una doble consecuencia para la ciudad: Se generaría un incentivo para que los propietarios de vehículos que transitan habitualmente por la ciudad trasladen sus cuentas a Popayán y se mejoren así las rentas sobre el porcentaje que le corresponde al municipio por el recaudo del impuesto de circulación.
De otro lado, y a pesar de la exención del pico y placa a los vehículos matriculados en Popayán se mejoraría el flujo de carros que habitualmente transitan con la actual medida de pico y placa, porque hoy, cada día, se afecta un 20% de los vehículos, mientras que con esta propuesta se afectaría al 31.84% de los carros sin que las personas que residen en Popayán y tributan en Popayán se vean afectadas en lo más mínimo.
Debo aclarar que, en todo caso, no creo que los incentivos y desincentivos de política pública para usar el carro particular, consistan únicamente el “temor” a la imposición de una sanción.
Otro aspecto de resaltar es que ante fenómenos particulares como el estaría presentando la ciudad con las matrículas de los carros, las respuestas que debería brindar la administración deberían también ser particulares y no iguales a las del resto del país.

Hago un llamado a las autoridades, pues, para que se realice un estudio sobre este fenómeno socio económico que afronta la ciudad y se tomen determinaciones que respondan a este tipo de problemas.

Gorreros

Alguna vez leí que la expresión “vivir de gorra” viene del hecho de pedir dinero en las calles ofreciendo la gorra a suerte talego. De hecho, la Real Academia Española reconoce la palabra gorrero como “persona que vive o come a costa ajena”

Como gorrero encontré traducido el término “free rider” con el que se conoce en economía el problema de la toma de beneficios de bienes públicos sin pagar por ellos. Los bienes públicos puros son aquellos que cumplen estas dos condiciones: es imposible limitar el acceso a alguna persona y, la mayor cantidad que se consuma no afecta las cantidades disponibles para otros.

Entonces el “free rider” o el gorrero, aunque no pague, puede beneficiarse de los bienes públicos, porque es imposible que le impiden gozar del mismo. Piénsese, por ejemplo, en el arreglo de la calle principal de un vecindario. Todos los vecinos pagan para arreglarla, pero hay uno que decide no hacerlo y sin embargo puede beneficiarse de una calle mejorada para entrar a su propiedad.

Este problema se ha estudiado también en el ámbito de la filosofía política: ¿Existe un deber moral de cumplir las normas? El filósofo H.L.A Hart, proponía que en tanto yo me beneficie con el cumplimiento de las normas por parte de otros, estoy obligado moralmente a cumplir las mismas normas.

Y es que el cumplimiento de las normas implica un costo. Desde el costo directo del pago impuestos, hasta el indirecto de pagar un parqueadero para no hacerlo en una zona prohibida de la calle, por ejemplo.

El costo de cumplir las normas nunca desaparece, aun cuando quien está obligado a cumplir una norma no lo hace. Lo que ocurre es que quien incumple la norma, traslada su costo a las otras personas que sí cumplen.

Si una sola persona incumple una norma, ese costo se diluye tanto, que resulte casi imperceptible, pero no por ello moralmente permitido y si el incumplimiento es generalizado, los costos socializados son tan altos que se genera ineficiencia.

Por ejemplo, Que mucha gente se cole en Transmilenio, no sólo perjudica a la empresa. Perjudica también a todas las personas que sí pagan, porque todos los mecanismos que se utilizan para restringir el acceso son costosos y esos costos se trasladan al precio de cada pasaje.

Es posible que yo obtenga beneficios cuando hago del espacio público mi taller particular para carros, cuando vendo frutas en un andén, cuando parqueo gratis en la calle, cuando recojo pasajeros en sitios que no corresponde, cuando tomo una mototaxi…

Pero una buena parte de los costos necesarios para obtener esos beneficios se trasladan a los demás; es decir son a costa ajena lo que no me alejaría de aquél que vive de gorra.

Historia de la Moneda en Colombia

Guillermo Torres García, un economista que hacía parte del Departamento de Investigaciones Económicas del Banco de la República, en 1945 publicó “La historia de la moneda en Colombia”. Este libro es referente en materia de historia monetaria y bancaria en Latinoamérica.
Es un libro escrito desde las tendencias principales económicas de mediados del siglo XX. Esto es, la ortodoxia anterior a la finalización de la segunda guerra mundial y, por supuesto, anterior de los acuerdos de Bretton Woods, donde se establecieron los principios económicos y monetarios que rigieron buena parte del siglo XX y las instituciones que hasta hoy dirigen nuestros destinos en materia financiera: el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional.
Esta introducción la hago para contextualizar la siguiente descripción que hace Guillermo Torres García del papel moneda:
“Consiste ésta en los billetes emitidos por el Estado y elevados a la categoría de moneda, o en los billetes de banco declarados inconvertibles y con poder liberatorio. No constituye a pesar de ser moneda, un sistema monetario normal, sino más bien un expediente financiero para determinadas épocas de crisis.
El papel moneda ha sido casi siempre la necesaria resultante de ciertas dolencias económicas o fiscales de los pueblos; él obra, por consiguiente, sobre organismos financiera o económicamente enfermos.”
Ciertamente, cómo podría imaginarse Guillermo Torres García que, un año después de la publicación de su libro y, gracias a los acuerdos de Bretton Woods el papel moneda colombiano sólo sería convertible en dólares de los Estados Unidos y que sólo 33 años después, en 1975, ni siquiera en dólares.
En otros tiempos, los billetes contenían la obligación de ser pagaderos en oro al portador. “El Banco de la República pagará al portador 20 pesos oro”, decían los billetes que tenían al Sabio Caldas sosteniendo un globo terráqueo.
Ahora, la moneda en Colombia por virtud de la Ley 31 de 1992 es de curso legal y tiene poder liberatorio ilimitado; es decir, es inconvertible y extingue cualquier obligación.
El Banco de la República, Institución que, por la misma ley, tiene la función de emitir el papel moneda, a lo mucho tiene la obligación de convertir sus billetes en otros billetes más nuevos o en monedas para dar vueltas.
Es curioso cómo aquello que los economistas consideraban en 1945 como propio de organismos financiera o económicamente enfermos, sea el modelo monetario que actualmente adoptaron todas las economías del mundo y, al que los economistas de hoy no encuentran ninguna objeción.

domingo, 9 de agosto de 2015

“Si yo de lo que soy partidario es de que no digan mentiras.”

Esto le dijo el expresidente Darío Echandía a Margarita Vidal en una entrevista que le hizo en 1979, en la que realizó manifestaciones que podrían interpretarse como de abjuración a su militancia en el Partido Liberal. Bueno, en realidad, abjuró de la política.
Entre otros argumentos en los que apoyaba su crítica, destacaba el maestro Echandía la falta de congruencia de las tesis de partidos, con lo que en la realidad representaban. “Este es un país muerto de hambre, aquí no hay ideologías sino rapiña por los empleos, porque la gente no quiere morirse de hambre.”, decía en la entrevista.
Pese a que aquéllas son palabras de hace 35 años, de un político de hace 60, parece que hubiesen sido dichas ayer. No basta, sino mirar los nombres de los partidos políticos en Colombia para saber que nos están mintiendo. El Centro Democrático: no es de centro, ni mucho menos democrático; Cambio Radical: no propone ningún cambio, menos radical; Partido de la U: Es el actual partido político presidido por Roy Barreras (ya con eso digo todo; osea nada); el Partido Liberal (del que hablaba el maestro Echandía): no es ni liberal, ni social demócrata ni nada. Lejos de proclamar las libertades, algunos de sus militantes las condenan detrás de una Biblia. Hoy, de la mano Luis Pérez, busca vergonzosamente la Alcaldía de Medellín. El partido Conservador lo único que ha perseguido conservar son los puestos y contratos y en Popayán, al menos, nunca pudo –o quizá nunca lo buscó- dar una orientación y orden a esta ciudad.
Pero claro. ¿Qué se puede esperar de unos candidatos que, en lugar de contarnos cuáles son sus ideas sobre la ciudad, andan dizque recogiendo ideas y escuchando a la gente? (las gentes, dicen acá)
En época electoral los que tenemos que escuchar somos los electores y quienes tienen que proponer ideas son los candidatos. Se supone que llegan a una candidatura porque consideran que tienen cosas por decir; cosas para proponer, o críticas de lo que se ha hecho…
Bien lo decía Echandía: El poder para qué. Y explicaba: “... Y uno, si pide que lo elijan, debe decir para qué, qué es lo que va a hacer con el poder. Esa es la base. ¡Pero si es la cosa más elemental del mundo! En todo país civilizado, quien se presenta a una lucha electoral, lo primero que dice es lo que hará si lo eligen.”
Pero de esto nada se ha escuchado aún. Los programas que debieron inscribirse reposan en algún cajón en la Registraduría y de sus contenidos no sabrá nada la mayoría de los que pensamos salir a votar en Octubre.
Sin embargo, alguna orientación deberían darnos los partidos políticos que dieron avales a los candidatos. El aval significa co responsabilidad en una obligación y por ello sería deseable tener partidos con ideologías muy bien definidas. Pero ante su ausencia, yo, como dijo el célebre maestro Echandía, “de lo único que soy partidario es de que no se digan mentiras.”

viernes, 10 de abril de 2015

LA REVOLUCIÓN SILENCIOSA DE ISLANDIA


Islandia es un país quizá un poco más grande que Popayán, si lo comparamos desde su población. No obstante, ha sido una de las economías más grandes del planeta y, como todas ellas, se vio afectada por la crisis mundial del 2008, detonada por la quiebra de Lehman Brothers.

Islandia enfrentó la crisis de manera bastante diferente a como ordenaba la ortodoxia  del Banco Central Europeo y aunque sus medidas enfrentaron no pocos rechazos y significaron sacrificios al interior de ese país durante los años 2009 y 2010, los resultados de sus políticas monetarias y fiscales parecen no sólo ser verdaderas soluciones, sino radicales.

Contrario a lo que se hizo en el resto del mundo, el gobierno de Islandia sometió a plebiscito la propuesta de no rescatar con dinero público, los bancos privados. La propuesta fue acogida por el pueblo y se actuó de conformidad, a despecho y enfado de los grandes bancos privados alemanes y suizos que contemplaban dicha solución, como contraria a los intereses de sus accionistas.

La medida resultó compatible con el Estado Social y sus garantías a los individuos. El dinero presupuestado para gasto público en educación y seguridad social no se utilizó para cubrir las pérdidas de los bancos. Éstas, debían ser asumidas por los propios accionistas, como correspondería a cualquier otra industria y algunos banqueros tuvieron que responder penalmente.

La revolución financiera no para ahí. La medida más significativa; la más revolucionaria; la que personalmente considero de mayor importancia, no sólo para los islandeses, sino para el resto del mundo, parece que está por venir.

La semana pasada el Partido Progresista que gobierna Islandia presentó al Parlamento un proyecto para terminar con la facultad que tienen los bancos privados de crear dinero y que esa facultad sea exclusiva del Banco Central.

Y aunque parezca poco creíble, eso es lo que sucede y ha sucedido en los últimos casi 70 años: la banca privada crea la mayor parte del dinero que utilizamos para nuestros intercambios. El Banco Central sólo es responsable de la emisión primaria de moneda, que representa menos del 10% de lo que utilizamos.

Tener una moneda soberana y pública podría crear verdaderos incentivos de generación de riqueza y limitaría la concentración de la misma; asimismo podría aumentar la competencia en el sector financiero.

De ser acogida por el parlamento de Islandia la revolucionaria propuesta de su gobierno, el control de la producción de dinero pasaría a ser enteramente estatal, mientras que los bancos privados, serían unos verdaderos intermediarios entre el ahorro y el crédito; entre el superávit y el déficit de liquidez.

Esta propuesta marca, sin duda, el primer paso hacia un cambio de magnitudes históricas del que es necesario que todos seamos conscientes, porque debemos exigir a nuestros representantes en el legislativo un análisis de fondo de nuestro sistema monetario.