miércoles, 4 de noviembre de 2015

La amarga caña de azúcar

A las ya conocidas sanciones al sector azucarero por prácticas que pretendían obstaculizar la competencia, debemos recordar además otros costos de esa industria que han sido transferidos a la sociedad, en general.

En 2007 se publicó un estudio realizado en la Universidad de los Andes, que se llamó “La caña de azúcar: ¿una amarga externalidad?”. Este estudio fue realizado por Eleonora Dávalos Álvarez y resultó concluyente respecto de una relación positiva entre los aumentos de quemas en las plantaciones de caña de azúcar y un incremento del material particulado inferior a 10 micras y de estos dos factores con un aumento en las consultas por Enfermedades Respiratorias Agudas en el municipio de Palmira.

Aunque en reiteradas oportunidades Asocaña ha publicado otros análisis que desdicen ese estudio y otros similares, lo cierto es que no conozco alguno que haya sido publicado por centros de investigación académica, que permita confiar plenamente en los mismos.

Pero más allá de resolver sobre si la pavesa que resulta de la quema en las plantaciones de caña es dañina para la salud de las personas asentadas en la cuenca del valle del rio Cauca, me llama poderosamente la atención la acción del Gobierno Nacional,  para favorecer esa práctica.

En 1995 el Gobierno Nacional expidió el Decreto 948, que en su artículo 30 ordenaba tomar medidas para la reducción de las quemas a cielo abierto, hasta su total eliminación antes del año 2005.

El 20 de diciembre de 2004, 10 días antes de que empezara el 2005, el Gobierno Nacional emitió el Decreto 4296 mediante el cual modificó el artículo 30 del Decreto 948 y ordenó que, en lugar de la eliminación de la práctica de quemas a cielo abierto, se expidiera la reglamentación para que se pudieran efectuar dichas quemas a partir del 1 de enero de 2005.

Las externalidades, son aquellos costos que no se introducen en el esquema que tienen las empresas para determinar los precios de sus productos. La contaminación es el ejemplo por antonomasia de las externalidades. Cuando una empresa contamina, por ejemplo el aire, trasmite parte de sus costos a las demás personas.

Quienes han padecido las consecuencias de las quemas a cielo abierto conocen de sobra todas las afectaciones, no sólo a la salud, que produce la pavesa que emite ese proceso de quemado. Ese costo lo asume toda una comunidad, pero los beneficios económicos que ello produce se concentran exclusivamente en los propietarios de las plantaciones.

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