viernes, 13 de noviembre de 2015

Adopción igualitaria

La Corte Constitucional, en Sentencia C 683 de 2015, declaró que dentro del ámbito de aplicación de las normas relativas a la adopción de menores de edad, se debe entender que están comprendidas las parejas del mismo sexo que conforman una familia. Con ello se abrió legalmente el paso a que la orientación sexual de las personas no sea un impedimento para este trámite.
Una de las razones por las cuales la Corte Constitucional tomó esta decisión, es que no existe evidencia científica definitiva, que permita determinar con certeza que la adopción por parte de personas del mismo sexo genera afectación al desarrollo integral de los niños.
Esta decisión ha causado un sinnúmero de reacciones, como era de esperarse. Entre ellas algunos congresistas que sienten que su función de representantes de la sociedad fue suplantada por la Corte Constitucional y que, por otro lado, sostienen que las formas en que la sociedad acepta la configuración de las familias debe ser objeto de una decisión directa del pueblo, a través de un referendo.
No creo que ni el Estado, ni la sociedad deban interferir en la forma en que las personas decidan conformar una familia. Esto obedece a una decisión exclusiva de los individuos y a los Estados les corresponde proteger esas decisiones.
Tampoco puede ser objeto de una decisión popular aquello que corresponde a enteramente a conclusiones a partir de investigaciones de carácter científico. Es decir, no podría preguntarse al pueblo si considera que es dañino o es inocuo para un niño ser adoptado por padres con preferencias sexuales hacia su mismo género, así como no podría preguntarse a las personas si están de acuerdo con que la energía sea igual a la masa por la velocidad al cuadrado.
Un día en que estaba esperando los resultados de unos análisis de laboratorio, oí a muchas personas hablar entre ellas, como en un solo ruido ininteligible. Hasta que una persona que estaba por ahí, empezó a hablar por celular en una lengua indígena. Y toda esa barahúnda empezó a callarse, para dirigir su atención a esa persona tan diferente.
Soy consciente de que probablemente nuestra sociedad aún no está preparada para la diferencia y que toda nuestra actividad diaria puede verse afectada cuando interviene una persona diferente; o una familia conformada de formas diferentes a las tradicionales. Sin embargo, ahí está nuestro reto como sociedad y como Estado: educar a nuestros hijos y pedir al Estado que promueva la educación en formas igualitarias.
Por eso es necesario enaltecer a todas esas personas que hoy rompen nuestros prejuicios y que pese a hablar en lenguas diferentes, o amar en formas diferentes, o a conformar responsablemente una familia diferente a las de la mayoría, lo hacen de forma abierta, sincera, y con compromiso y nos conducen, poco a poco, a una mejor sociedad. Gracias a todas ellas, nuevamente.

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