En 1995, durante el gobierno de Ernesto Samper se expidió el Decreto 948 de 1995, por medio del cual se desarrollaron distintas normas “en relación con la prevención y control de la contaminación atmosférica y la protección de la calidad del aire”. En esta norma se permitía la quema a cielo abierto para actividades agrícolas como la recolección de cosechas; sin embargo, en el parágrafo del artículo 30 se dispuso que las quemas a cielo abierto deberían reducirse poco a poco hasta ser eliminadas de manera definitiva antes del año 2005.
Diez días antes de que empezara el año 2005; el
presidente Álvaro Uribe Vélez expidió el Decreto 4296 de 2004, por medio del cual derogó la orden de eliminación de las quemas
modificando el artículo 30 del Decreto 948 de 1995.
En esa norma se consideró que: “la alternativa
de mayor beneficio tanto para el sector productivo como para la calidad del
ambiente y vida de la población circunvecina, aquella que permita una
modificación y ajuste gradual de las prácticas para las quemas controladas en
actividades agrícolas y mineras”
Las quemas a cielo abierto son frecuentemente utilizadas en los departamentos del Cauca, Valle del Cauca y Risaralda para facilitar las labores de cosecha de la caña de azúcar.
En el 2007, una investigación de la profesora Eleonora Dávalos concluyó que existe un relación
positiva entre el aumento en las quemas a cielo abierto en los cultivos de caña
de azúcar y el aumento de consultas por enfermedades respiratorias. Estas
patologías se presentan con mayor frecuencia en niños menores de cinco años y
en adultos mayores de sesenta.
La elevación de los estándares regulatorios en
los Estados Unidos y en Europa, han tenido una incidencia positiva en la disminución de los gases de efecto invernadero de las
actividades agrícolas, asimismo, la regulación sobre las emisiones de
automóviles son hoy más fuertes que hace dos años.
El escándalo por la modificación de algunos
componentes en los autos fabricados por Volkswagen para superar los controles
de emisiones no sólo hicieron mucho más rigurosos los controles en Estados
Unidos, sino que además llevaron a la cárcel a algunos ejecutivos de esa
multinacional automotriz.
Mientras que los estándares sobre la calidad del
aire son cada día más estrictos en Estados Unidos y Europa, la necesidad de
garantizar la confianza de los inversionistas a través de la disminución de los
costos de producción o facilitando el traslado de los mismos a la sociedad
constituye una práctica que me parece objetable.
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