La candidatura de Iván Duque a la Presidencia de la República reproduce las condiciones de injusticia social de uno de los países más inequitativos del mundo entero.
De los distintos criterios sobre la justicia, quiero rescatar en este escrito la justicia distributiva que trata, en aspectos generales, sobre los criterios bajo los cuales consideramos acertado repartir el producto social, o los cargos en la sociedad.
El mérito, el trabajo o la necesidad son criterios que se han estudiado para establecer cómo, una sociedad justa, debería distribuir ese producto social o esos cargos.
Si bien, los tipos de república siempre han sido distintos, tratándose de cargos o dignidades, quizá el criterio bajo el cual podemos encontrar un mayor consenso, es el mérito. En las repúblicas aristocráticas, el mérito está representado en las virtudes que puede heredarse a través de la sangre.
¿Pero, y en las democracias?
El mérito en una democracia no podría estar atado a la sangre, ni a la suerte, sino que es una condición personal, producto del ejercicio. Lo anterior, dado que se parte del principio de igualdad de las personas. De ahí que sólo en una democracia las dignidades deberían ser repartidas por la sociedad según dichas condiciones personales que hacen meritorio.
Pero si, los cargos deberían repartirse de acuerdo con los méritos, un sistema de mercado justo debería distribuir el producto social también, de acuerdo con los méritos de cada uno. Quizá por eso muchos se oponen, de manera obcecada, a la redistribución de la riqueza a través de tributos y subsidios.
Pero si bien, en la teoría pocas objeciones podría encontrar el mérito como criterio de distribución, en la práctica, el mérito, en sí mismo, depende de factores ajenos a las condiciones personales.
Una persona bien alimentada y bien educada tendrá muchas más probabilidades de adjudicarse más méritos. No obstante, la buena alimentación y la buena educación dependen, en una gran medida, de contar con la suerte de haber nacido en una familia con medios suficientes.
Pues bien, eso es lo que creo que sucede con Iván Duque. Una persona cuyos méritos personales están directamente relacionados con su calidad de hijo de un empresario, exministro y exregistrador nacional.
Iván Duque Márquez empezó su carrera profesional como Asesor en el Ministerio de Hacienda en el gobierno de Pastrana. Es decir, Duque a los veintipico años o bien, contaba con habilidades y talentos excepcionales, que lo llevaron a una empezar su carrera profesional en una posición de privilegio, o su ascendencia familiar hubo de ser necesaria, para ello.
Al igual que Juan Manuel Santos, sin que jamás haya obtenido un voto, hoy Duque no sólo es candidato a la Presidencia de la República, sino que es quien más opciones tiene de llegar a ese alto cargo.
![]() |
Tomado de https://twitter.com/gisselleapa/status/973646116825784325 |
Sergio Fajardo dijo en una entrevista algo que me pareció muy oportuno. Reconoció su condición de ciudadano privilegiado, señalando que lo que para él era eso (un privilegio) debía ser para todos, un derecho.
Puede ser que esto se interprete como un típico llamado al resentimiento y a la lucha de clases. En lo absoluto. Lo único que pretendo es establecer una relación entre dos variables: la desigualdad social y el mérito como criterio para la distribución de los cargos de la República.
No hay comentarios:
Publicar un comentario