Advertencia. Esta no es una
defensa a Juan Manuel Santos. Sí es una defensa al proceso de paz.
En la popular serie de HBO Game
of Thrones, John Snow es el hijo extramatrimonial de un hombre de la nobleza,
que se incorpora a un ejército llamado La Guardia de la Noche. La misión de
este ejército, desde hace cientos de años, es mantener alejados a los hombres salvajes
y otros seres, que son enemigos de los hombres de los siete reinos. Estos
últimos obedecen a leyes y a reyes.
Los hombres salvajes han robado,
matado, destruido, usurpado tierras. No observan leyes ni tienen estados; se
consideran libres para pensar y para actuar y por eso no reconocen el poder de
los reyes. Tampoco tienen fuertes instituciones sociales como el matrimonio,
pero buscan en conjunto su beneficio común.
Los salvajes tienen un enemigo con poderes extraordinarios: Los Caminantes
Blancos, que son una suerte de muertos vivientes.
Los Caminante Blancos, por su
parte, tampoco distinguen de entre sus
enemigos, a hombres salvajes, de hombres de los siete reinos y su poder se
acrecienta con el invierno, porque su medio natural es el hielo.
Teniendo en cuenta que el
invierno se aproxima y que los caminantes blancos no pueden ser enfrentados sin
la unión de todos los hombres, John Snow, una vez elegido como comandante por
la mayoría de sus compañeros de armas, deja atrás siglos de luchas y luego de
reunirse con los jefes de los salvajes, les abre las puertas de la muralla que
divide a los salvajes de los hombres de bien y les permite la entrada a su
fortaleza militar.
Muchos soldados de la Guardia de
la Noche ven esto como una traición a los principios y a los juramentos que
John Snow celebró cuando se unió a ese ejército y deciden tenderle una trampa
que lo lleva a un lugar donde se lee la palabra TRAIDOR y proceden, cada uno de
los presentes, a clavarle sendos espadazos en el vientre.
Traidor. Ese también es el
adjetivo con el que muchos califican al presidente Juan Manuel Santos. Muchos
consideran que abrir las puertas del diálogo con los “salvajes” de las FARC,
con todos los atropellos, vejámenes, violaciones y actos abominables que han
realizado es eso precisamente: traición.
Sin embargo ambos: guerrilleros “salvajes”
y colombianos que obedecemos las leyes tenemos enemigos en común. La guerra, la
pobreza, la desigualdad, el triunfo de las corporaciones y otras instituciones
humanas sobre el individuo. Todos estos enemigos, con poderes sobre naturales viven de la muerte, como los muertos
vivientes.
La guerra es un ser sobre
natural. Es autótrofo, porque genera su propio alimento. Cada muerte, cada
combate, cada herido deja más ganas de pelear y de vengar y de matar y de odiar
y de separar a salvajes de hombres de bien.
La única forma de darle solución
a la guerra es el diálogo. Sin embargo también debe reconocerse que para que
haya diálogo sólo se debe exigir una cosa: voluntad y en esto las FARC no han
demostrado mucha avenencia.
Tras el último episodio de la
última temporada que ha sido transmitida de The Game of Thrones, un revuelo en
redes sociales se ha causado lamentando el destino del personaje John Snow. Es,
sin duda, un personaje que atrajo la atención de los televidentes. Creo que si
no todos, sí la gran mayoría nos sentíamos identificados con los planteamientos
de John Snow y su propuesta de paz con los salvajes, en el curso de la serie.
¿Qué es lo que nos lleva a
sentirnos identificados con sentimientos de paz en una serie de televisión y
que no podemos llevarlos a la realidad? ¿Por qué nos sentimos más atraídos por
el pasado, la venganza o la muerte?
En la realidad, abrir la puerta a
los “salvajes” sí que nos cuesta.