martes, 12 de abril de 2011
Sobre la Semana Santa en mi Popayán
Los patojos de la diáspora, como dijo Ruco, urgimos por tiquetes y cupos para regresar a nuestra amada Popayán en lo que yo llamo las fiestas del retorno y otros, la Semana Mayor.
Y aunque es probable que me equivoque en cálculos, yo considero que al menos la mitad de los “turistas” que viajan a Popayán no son turistas en todo el sentido de la palabra, sino que son estudiantes de vacaciones que regresan a sus casas familiares, personas que trabajan en Cali, Bogotá, Medellín o yo qué sé, pero que anhelan regresar a Popayán para gozar quizá un poco menos de las tradiciones religiosas y sí un poco más de otras tradiciones o, mejor, tradicionales fiestas, bares, reencuentro con amigos, comidas, en fin…
Es curioso que cuando alguien me pregunta que qué voy a hacer en Semana Santa casi con presunción digo muy fuerte que voy para Popayán, como si estuviera diciendo: no, pues voy a pasar en Miami o iré unos días a Cartagena.
Lo que la gente, generalmente, no sabe de Popayán (que tampoco es que sepan mucho) es que Semana Santa en Popayán es más que únicamente procesiones y rezar. Popayán en Semana Santa también es sinónimo de comer rico; de materas y otras artesanías; de un gran Festival de Música que, gracias a Dios, ya no es tan religiosa, pero asimismo, para los que regresamos a Popayán es sinónimo de rumba, reencuentro con viejos amigos, diversión, rumba, el Morro de Belén, empanadas de pipián, rumba, champús y más rumba.
Doy fe que en otras ciudades como Bogotá y Medellín, el jueves y viernes santo no hay nada: no hay rumba, no hay reencuentros, no hay restaurantes, no hay nada. No queda, sino rezar y pues, no sé… yo al menos prefiero hacerlo desde mi casa. Como Dios está en todas partes prefiero cogerlo en mi casa que es más barato.
Lo que quiero decir es que, si bien el turismo religioso puede mover millares de personas hacia El Vaticano o hacia Tierra Santa, es claro que mueve más gente Paris, Nueva York, Londres, Rio de Janeiro que son sitios donde la gente no va precisamente a rezar.
Que me caigan rayos y centellas yo sé. Pero por qué no mostrar al resto del país eso que nos lleva a los patojos de la diáspora de regreso a Popayán. Eso que en buena medida no es rezar y ver las procesiones a toda carrera para meter los pasos a las iglesias, para que no se mojen. Por qué no mostrar eso que a mí no me creen: Que el centro de Popayán también es una delicia antes de que empiecen las procesiones y que lo es más aún cuando van terminando, porque al tiempo que pasa el último feligrés de la procesión, se van abriendo las puertas de los bares.
Que mientras Bogotá o Medellín tienen unos aburridísimos días santos, en Popayán se tiene diversión todas las santas noches.
Qué bueno sería que además de esa mitad de “turistas” de los que hablaba al principio, Popayán recibiera turistas de verdad; turistas de otra parte, como dijo David Enríquez y que le pudiéramos competir a la playa a la brisa y al mar de Miami o de Cartagena, que son sitios donde la gente va en Semana Santa pero no a rezar, aunque a veces también regresen con las rodillas magulladas.
Pues no sé. Eso es lo que pienso.
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3 comentarios:
Que buena entrada en tu post. Yo no me había encontrado en el estado pre viaje a Popayán en Semana Santa y valido todo lo que dices. Soy católica y todo esto.. pero sip es la semana para hacer tantas de las cosas que tú dices... Popayán un lugar hermoso que en Semana Santa es perfecto para estar junto a las personas que queremos y hacer la vida social, religiosa, comelona y demás. Muy chévere tu entrada :D
Digo.. que buena entrada en tu blog.. de la emoción de tantas cosas que escribiste se me fueron mal las palabras :D
Viejo Christian. Qué buen artículo. Sincero. Contundente. De acuerdo con todo.
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